Prueba

4.6.09

Un trippy ciclista por la Roma

Todo comenzó como a las cuatro de la tarde, cuando Alex y yo empezamos a ver Baraka (Ron Fricke, 1992), media hora despúes, y ya bien entrados en la peli, llegí Karim con su bici, listo para empezar nuestro "viaje" psicodélico por la ciudad, cortesía de Albert Hoffman,

Terminamos de ver la peli, pues cada imagen es tan buena, tan significativa y tan bella, que es innevitable dejarla a medias. Entre el humo del tabaco decidimos que era buen momento para comernos a Alfredo. Sabía "agarroso".

Cuarenta y cinco minutos después -supongo, pues no uso reloj- me empezó a hacer efecto ¿Cómo lo supe? Porque se me marcó una sonrisa peculiar en mi rostro y todo, absolutamente todo, lo empecé a ver con nuevos ojos, como si de pronto, me hubiera puesto unas gafas de la felicidad y la belleza.

Después de terminar la peli decicmos salir a andar en bici, disfrutando al máximo del mismo viaje que años antes habría realizado el mismo Hoffman sobre las dos ruedas de una bicicleta.

Pensè que iba a ser difícil mantener el equilibrio, pero no fue así. Cruzamoz Av. Chapultepec y nos adentramos en la Condesa para ir por un helado de la Roxy. Llegar hasta ahí fue eterno y rápido a la vez. Sentía que volaba entre los árboles y que mi cuerpo no estaba ahí aunque mis piernas seguieran pedaleando. Todo fluia tan natural como cuando se unta mantequilla en un pan.

Debo admitir que la multitud que estaba en el Roxy me incomodó un poco, aunque sólo fue por un segundo, pues no le presté tanta importancia -obviamente-. Pedimos tres enormes helados dobles en cono, el mío era de plátano con mamey... un verdadro manjar. Ingenuamente, pensé que no me lo iba a podr acabar, pero en lo que "cantó un gallo" se terminó.

Tomamos camino a la Roma

Después de un par de vueltas, ecnontramos el camino perfecto para ir a dar el rol a la hermosa Colonia Roma, vimos muchos edificios muy lindos, incluso cruzar por Insurgentes fue hermoso, aunque un poco difícil, pues todo se movía cual agua. Me pregunto què habrá sentido Hoffman en su paseo en bici. Creo que se hubiera asustado si hubiera estado en la Ciudad de México, pues aquí la cosa está más que rusheada.

Buscamos un edificio que a Alex y a mi nos encanta, luego decimimos ir por unas cervezas y después ir a tomar un turco y fumar un cigaro.

Nos perdimos un rato y fue de risa loca. La experiencia de perderse en lugares que conoces a la perfección te hace entender que en realidad no sabesmos nada, ni siquiera en dónde se está parado o hacia dónde se va.

Llegamos a la Belga, y no es que quiera que me mal interpreten, pero es que así se llama el local de cervezas de importanción que se encuentra en Querétaro casi esquina con Orizaba. Mis acompañantes del rol pidieron dos cervezas inglesas, yo, escogí una pequeña botella de cerveza belga llamada Ber-Bar... muy bárbara para mí.

Fuimos por el turco, y no precisamente para platicar con él, sino para bebernoslo... fue un rato muy tranquilo... los árboles de la calle de Orizaba no cesaban de respirar e inlcuso el asfalto les hacía compañía. Un vaivén inolvidable.

Las gotas empezaron a caer y fue hora de volver a la casa para tomar las cervezas, conversar, compartir un "toquecito" y cubrirnos de la lluvia.

La estadía en la casa fue divertida y amena y para no dejar solo a aquel humo que cubría la habitación, destapamos las cervezas. Hacía años que no me tomaba una cheve tan cara y tan como aquella.
Elvis nos acompañó con un poco de su música, razón por la que decimimos bautizar a ese momento.

Poco después o mucho... o qué se yo... decimos volver a salir con ánimo bicicletero. Fue intenso, pues las luces eran más brillantes y todo era muchísimo más rusheado. Debo admitir que me dio un poquitín de miedo.... pero como toda una guerrera... ¡Sobreviví!

Y así la noche siguió en un forever que nos llevó hasta una fiesta al sur de la Ciudad y nos llevó de vuelta sanos y salvos a nuestras casas antes del amanecer con las últimas ráfagas de piscodélia.

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